Parlamento Veracruz
Por: Juan Javier Gómez Cazarín.
Al Poder Legislativo de Veracruz le tomó 63 años alcanzar la paridad de género. Más de seis décadas de una lucha cuesta arriba del feminismo desde que Irene Bourell Peralta rompió el techo de cristal y se convirtió en la primera diputada local en Veracruz en 1959.
Hoy por primera vez en la historia, nuestra Legislatura está integrada por el mismo número de mujeres que de hombres. Pasamos de una diputada a 25.
Y no sólo alcanzamos la paridad. Gracias al diseño jurídico-político de nuestro estado, hemos cruzado también un punto de no retorno en materia de representatividad femenina. A partir de ahora, todas las Legislaturas que nos sucedan tendrán que estar integradas por la mitad de mujeres.
Es una conquista para las mujeres con la que ganamos también los hombres. Ahora nuestro debate legislativo se enriquece con las poderosas voces femeninas, con su visión de la vida, con su experiencia profesional, con su compromiso a favor del cambio y en contra de las injusticias. Sus voces y sus ideas nos hacen una mejor Legislatura y servimos mejor a nuestros mandantes.
Desde las comisiones que integran, desde la tribuna, desde la Diputación Permanente, mis 25 compañeras diputadas son piezas fundamentales del engranaje en este Poder.
Lamentablemente, el nombre de Irene Bourell todavía resulta injustamente desconocido para muchos. Por ello es apropiado hacerla visible y recordarla como pionera. No sólo fue la primera diputada local, sino también la primera diputada federal de Veracruz y la primera mujer en América Latina en ser vicepresidenta de un Congreso. Fue una activa protagonista de la lucha agraria en Veracruz, estado de por sí punta de lanza nacional en este movimiento.
Su edad iba con el siglo –nació en 1900-, por lo que tenía 50 años cuando en 1950 completó la carrera de enfermera-partera en la Universidad Veracruzana, otro logro que revela mucho sobre su temple de mujer de retos.
Lo que representa Irene Bourell para el feminismo fue la razón por la que determinamos designar con su nombre a un salón del Palacio Legislativo.
Y no es cualquier salón. No es alguna sala de juntas perdida en un sitio apartado del enorme inmueble. Se trata de un sitio de honor. El espacio acristalado que sirve de vestíbulo principal al Recinto Oficial de Sesiones del Pleno. Es la antesala de la más alta tribuna del Estado y el paso obligado para invitados especiales en sesiones solemnes.
La lucha feminista no está agotada y no puede limitarse a gestos simbólicos como nombrar un salón. Pero estos gestos simbólicos tampoco sobran. Sirven para arrojar luz sobre los pendientes, sobre las injusticias que subsisten, sobre el camino que nos falta por recorrer como sociedad para que el empoderamiento femenino sea el nuevo normal.
Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado.