Parlamento Veracruz
Juan Javier Gómez Cazarín
Este sábado, practicando el turismo político que está tan de moda en Veracruz últimamente, se presentó en Xalapa el senador Dante Delgado Rannauro acompañado de un puñado de aliados.
Aliados insólitos porque algunos de ellos representan a quien hace unos años lo metió a la cárcel. Aliados contra los que compitió en la elección del año pasado -habría que revisar lo que en su momento dijo de ellos-. Una falta de coherencia y de dignidad que sólo él sabrá explicar.
No vino a chambear, ni a escuchar peticiones de la ciudadanía, ni a gestionar ningún tipo de beneficio para el Estado donde nació -pero que no representa, porque es plurinominal-. De hecho, no sabemos de alguna iniciativa que haya planteado en el Senado de la República o algún beneficio que haya traído a Veracruz.
Dante Delgado vino a hacer lo que expresamente dijo -porque el subconsciente lo traicionó- que no venía a hacer. Dijo que no venía a hacer política y eso es lo único que sí hizo. Política de la chafa, de la antigua, de la que no es para servir al pueblo, sino para ver qué se saca en beneficio propio. Pero política al fin. Politiquería, para ser precisos.
Vino como supuesto defensor de numerosos presuntos delincuentes, porque piensa -equivocadamente- que eso le sumará puntos políticos a él y a sus nuevos -y temporales- aliados, como si la gente fuera fácil de engañar.
¿Por qué lo de Dante Delgado es pura faramalla? Primero, porque se queja de la existencia del delito de ultrajes a la autoridad, sin decir -mañosamente- que ya hay una iniciativa del gobernador Cuitláhuac García Jiménez para desaparecer ese tipo penal. El mismo tipo penal que existe en 18 estados.
Pero no solo eso: defiende a presuntos delincuentes que, justamente, están acusados de otros delitos que no son ultrajes a la autoridad.
Por respeto a la Ley y a su presunción de inocencia -que se les ha respetado en todo momento- no puedo decir sus nombres, pero los defendidos de Dante Delgado están procesados por chistecitos como homicidio, peculado -así se le llama en el Código Penal a robarse el dinero del pueblo- y violencia familiar -contra una mujer- entre otras lindezas. En resumen, pura fichita que no quisiera ninguno de nosotros tener de vecino.
Y llama la atención que ninguna de esas blancas palomas ha sido liberada por los Jueces Federales en los que dice Dante Delgado que sí confía.
El teatrito de Dante Delgado, entonces, se llama ultrajes al sentido común.
Diputado Local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.