Parlamento Veracruz
Juan Javier Gómez Cazarín
Honrar, honra. El aforismo del gran cubano José Martí nos viene bien en el Poder Legislativo con motivo de haber entregado en el Congreso del Estado la medalla Heberto Castillo Martínez el pasado 23 de agosto (Heberto habría cumplido 91 años). Una ocasión afortunada por varias razones:
Por un lado, porque fue nuestra Legislatura la que decidió modificar la Ley de Premios del Estado de Veracruz para crear la medalla Heberto Castillo Martínez, en homenaje al oriundo de Ixhuatlán de Madero. La propuesta del grupo legislativo de Morena, en voz de mi compañero diputado Wenceslao González Martínez recibió el voto unánime, sin el menor regateo, de todas las y los diputados presentes en la sesión del pasado 15 de junio pasado. Creo que esa unanimidad es reflejo de la universalidad de la estatura de Heberto Castillo, más allá de intereses de partido y muy por encima de agendas políticas pasajeras.
Recordemos que fue, de hecho, en un Gobierno Federal panista cuando sus restos mortales fueron trasladados –en 2003- a la Rotonda de las Personas Ilustres, en la Ciudad de México, también en aquella ocasión sin el menor titubeo respecto a sus merecimientos.
Como ya decía, la imposición de la medalla fue una ocasión afortunada, también, por el digno merecedor de esta histórica primera edición: el maestro Marco Antonio Rodríguez Revoredo. Dado que la medalla está destinada a las o los veracruzanos que se distingan “por su aportación a la investigación, divulgación o aplicación de la ciencia y que hayan contribuido con el desarrollo del estado o del país”, podríamos decir que este primer receptor cumple a la perfección, en espíritu y letra, el supuesto legal. Con el maestro Rodríguez Revoredo se inaugura con un alto estándar la lista de galardonados. De ahora en adelante, la medalla se entregará cada 23 de agosto.
Heberto Castillo advirtió en alguna ocasión que “a los intelectuales de mi patria, les quedan dos caminos: dedicar su esfuerzo y actividad al desarrollo de las ciencias, de las artes, de la cultura con el propósito de darse nombre y brillo intelectual, o bien entregar toda su capacidad creadora y toda su voluntad para establecer las bases técnicas y científicas de un amplio y sano desarrollo de México”. El maestro Rodríguez Revoredo eligió el segundo de los caminos y ahora el pueblo de Veracruz se lo ha reconocido por la vía de los tres Poderes del Estado. (El gobernador Cuitláhuac García Jiménez y el magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia, Edel Álvarez Peña, se sumaron al Legislativo en la Sesión Solemne de imposición de medalla).
Volcado su talento a mejorar el sistema educativo veracruzano con el uso de las nuevas tecnologías de la información, incluyendo a quienes padecen discapacidad auditiva y tomando en cuenta a los alumnos con menores recursos económicos, la contribución de Rodríguez Revoredo tendrá un impacto profundo difícil de cuantificar pero fácil de imaginar en la formación de futuros talentos, abriendo las puertas a quienes antes las encontraban cerradas y cambiando para siempre sus vidas con todo lo que implica poder acceder a la educación.
En tercer lugar, pero no al último, esta medalla es una gran ocasión porque Heberto Castillo es nuestro legítimo acreedor de homenaje. No es menester enumerar aquí su vasto legado de lucha contra la injusticia, pero sí quiero dejar constancia de que todos los que militamos en la izquierda actual tenemos una deuda con el hombre que, junto con otros, pagó con la injusta cárcel de los presos políticos para que nuestra generación pudiera hacer política en libertad. Termino como empecé, con José Martí que parece hablarnos directamente a nosotros: “el que no sabe honrar a los grandes, no es digno de descender de ellos: honrar héroes, los hace”.
*Diputado Local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz.