Parlamento Veracruz
Juan Javier Gómez Cazarín
La sensación de deber dinero es terrible. ¿Quién en su vida nunca ha estado así? Pero creo que hay una calamidad que se padece con todavía más virulencia: deber dinero porque alguien más nos debe dinero a nosotros. El desasosiego del “quiero pagar, pero el que me debe a mí no me paga”. O el famosísimo “me da pena con mi casero, pero mi jefe no me ha pagado a mí”.
Exactamente eso vivía la Universidad Veracruzana, metida en problemas financieros que la mantuvieron al borde del colapso no por culpa suya, sino de los anteriores Gobiernos del Estado que omitieron transferirle el presupuesto que le correspondía (que es la forma elegante de decir que se robaron el dinero que era para la UV).
Así que fue un platillo agridulce el que degustamos diputadas y diputados la semana pasada, cuando aprobamos una ampliación presupuestal de más de mil 682 millones de pesos para que la Universidad Veracruzana pudiera saldar definitivamente su adeudo con el Sistema de Administración Tributaria.
Agridulce porque, por un lado, nos dio muchísimo gusto contribuir a que nuestra máxima casa de estudios cerrara, por fin, el capítulo negro del boquete financiero que le provocaron Gobiernos pasados; pero al mismo tiempo lamentamos que, a pesar de que han pasado varios años, veracruzanas y veracruzanos sigamos pagando los platos rotos.
La deuda original era de 500 millones -un dineral de por sí-, pero con las multas y recargos se fue a más del triple, porque la deuda se originó desde el 2014 y 2015, cuando Veracruz estaba en manos de la peor pandilla de saqueadores en los casi dos siglos de vida que tiene nuestro país.
Como era un adeudo en cascada, el ordenamiento financiero de la UV implica, de paso, avanzar un peldaño más en el saneamiento del propio Gobierno del Estado que, obviamente, no le debía sólo a la Universidad sino a todo el mundo.
(Tan solo ese mismo día, aprobamos la ampliación presupuestal de más de 347 millones para la Fiscalía General del Estado que andaba por las mismas, con adeudos al SAT de los ejercicios 2014 y 2015).
No sé si vale la pena atormentarse sacando cuentas de lo que se podría haber hecho en materia de salud o de espacios educativos -incluso para la propia UV- en el 2021, con esos mil 682 millones de pesos si alguien no se hubiera robado aquellos 500 millones hace un sexenio.
Lo que sí vale la pena es tener fresco en la memoria lo que aquella gente y el grupo político al que pertenecían le hizo a Veracruz.
*Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.*